ARTÍCULOS

¡A LADRARLE AL GOBIERNO!

Me fue común de niño escuchar la frase, que mi papá decía a cualquier perro que le ladraba: “a ladrarle al gobierno”. Recuerdo sus palabras, pues, a mi parecer, hoy es el mayor “culto a la queja social”.

Alguien en mi casa prendió la radio en una emisora en la que la gente llama a gimotear sus inconformismos… y yo, lunes festivo muy de mañana, metido en mi cama, descansando del mundanal ruido exterior, queriendo olvidar mis propios problemas y los que atendemos a diario como pastores de una congregación en compañía de mi querida esposa, dificultades que ocupan gran parte de nuestro tiempo, escuchando horas de situaciones únicas, aconsejando, orando y acompañando, en algunos casos durante años a individuos que no logran lidiar con sus conflictos, me digo: ¡basta de quejas por un día!

No se equivoque, no me disgusta mi trabajo, por el contrario, es gratificante ver individuos y familias superarse y crecer en medio de sus conflictos. ¡También se pudiera decir que tengo el oído afinado para escuchar “quejas” de todo tipo! ¿Entonces qué es lo que me disgusta de la quejadera en la radio, si sólo son unos pocos segundos por persona? ¡El problema es que la gente le está “ladrando al gobierno” sin dar una sola “mordisqueada que valga la pena”!

Sinceramente siento pena por su actuar iluso, exponen sus quejas al mundo como si este, los escuchara sinceramente, como si hacerlo pudiera cambiar en algo las cosas y los medios se han prestado para eso. ¿Acaso piensan que los políticos, dueños de empresa, etc., anotan sus peticiones para resolverlas? ¿Estarán los poderosos, interesados en las fatídicas y miserables vidas de los que llaman a las emisoras radiales?

Se ven miserables porque así suenan al otro lado del teléfono, gente sin esperanza que se refugia en la conmiseración colectiva, buscando las migajas que brindan las radio-difusoras que pertenecen a los mismos aristócratas que les entretienen. ¡Son ladridos de perro mueco! ¡Peticiones al diablo! ¡Palabras al viento! Es la mayor demostración de falta de fe en el corazón.
Las Escrituras resumen y combaten la incredulidad humana. Veamos Isaías 57.

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- La persona debe andar delante de Dios, no ante unos pocos escépticos radio escuchas igual de emproblemados que ellos. “Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios” (vs 1-2).

- Cambiar sus caminos mete a la gente en menos problemas con Aquel que puede darles verdadera solución.

“Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y de la fornicaria. ¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa, que os enfervorizáis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos? En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿No habré de castigar estas cosas?” (vs 3-6).

- No hacer alianzas con malvados que representen “sus intereses”, a los que sólo les importan su ingenua e idolátrica actitud y sus “votos a su favor”. “Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías”. (v 8).

- Cansarse de su verdad, la incredulidad contra Dios, que les deja sin un remedio que alivie sus penas más profundas.

“En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste. ¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?” (vs 10-11).

- Aprender que el único “presentador radial” que publica la verdad que necesitan escuchar, es Dios. “Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán” (v 12).

- Entender que su búsqueda de solución en el hombre es nada más que un entretenimiento sin sentido. “Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte”. (v 13).

- Finalmente, “sintonizarse” con el cielo.

“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. (vs 15).

Si espera quejarse toda la vida sin buscar verdadera ayuda, “ládrele al gobierno”, use llamadas a su emisora favorita, pero si busca soluciones reales venga a Jesucristo, quien dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28). 

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CÁLMATE POCO “YO”

¿Se ha sentido poco “yo” alguna vez? Pasa después de un desierto, algún fracaso, cuando le hacen verse insignificante, o ha pasado una disciplina divina.

Moisés se sintió poco “yo” para la misión que Dios le encomendaba. Un largo proceso en el desierto lo hizo pasar del pensamiento “¡yo puedo de sobra!” al de: “¡¿quien, yo?!”, por lo que, cuando se sentía demasiado capaz; trató de hacer las cosas en sus fuerzas y a su manera, sin la directriz divina, ganándose un gran problema, “Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así”, (Hch 7:25). Su única salida fue huir, renunciando a sus planes de “salvar al mundo”. Cuarenta años después, mientras pastoreaba, ya olvidado el asunto de “ser grande”, encontramos un hombre diferente; quebrantado pero en otro extremo, sintiéndose poca cosa.

Dios apareció cuando Moisés no era más que un remedo de lo que era en sus “días de gloria”, cuando era joven, visionario, vigoroso, capaz, diciéndole: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”, (Ex 3:10).

Sus respuestas, muestran las características de alguien que ya no se siente apto para cumplir el propósito divino:

¿QUIÉN SOY YO?
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”, (Ex 3:11). Moisés ya no pensaba que él fuera alguien útil para libertar a toda una nación y enfrentar los retos que eso conlleva.

NO TENGO LOS CONOCIMIENTOS NECESARIOS
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel… Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?”, (Ex 3:13). Moisés en Egipto había sido educado para ocupar el cargo de Faraón, ahora lo único que sabe es silbar y buscar caminos para llevar a pastar y beber las ovejas de su suegro.

NO TENGO NI EXPERIENCIA NI AUTORIDAD
“Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová”, (Ex 4:1). Cuarenta años después, ya muerto el Faraón que le “certificará su escuela faraónica”, sin título alguno, el pueblo no le creería. Además, en el desierto no ha podido tomar ningún “curso práctico de liberación de naciones esclavizadas”, ¿Quién lo valorará? A lo que se suma su salida de Egipto como asesino. El afiche de “se busca” pudiera seguir rondando y sería riesgoso aparecerse de la nada.

MI DISCURSO ES MUY SIMPLE
“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”, (Ex 4:10). Tal vez dialogar tanto con ovejas le dejó a Moisés cierto tartamudeo. Entonces respondió a Dios: “meeej queedaaa graaandeee”. Él sabía que un líder político sin fuerza en la voz no convence a nadie.

MEJOR SE LO DEJAMOS A OTRO
“Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar”, (Ex 4:13). Moisés prefirió darle a Dios una recomendación personal: “búscate alguien más adecuado para esta misión”.

CUANDO USTED SE CREE POCO “YO”…
- Afirma frecuentemente ¡¿Quién soy yo?!
- Dice: ¡oh! ¡yo no tengo suficiente conocimiento!
- ¡Mi experiencia es limitada! ¡Mi autoridad casi nula!
- ¡Yo no convenzo a nadie! ¡Mi discurso es demasiado torpe!
- Finalmente: ¡Mejor se lo dejamos a otros que si sean, sepan, puedan, convenzan o tengan el llamado para eso!

La respuesta divina es “cálmate poco “yo”, “ve, porque yo estaré contigo”, (Ex 3:12). En otras palabras: ¡lograr algo grande en la vida, no se trata de lo usted tiene o puede sino de tener a Dios de nuestro lado!  

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